Con el auge de las telecomunicaciones, pese a que en la
sociedad contemporánea tenemos acceso a buena parte de herramientas que en
teoría, nos ayudan a ser más felices, sucede un fenómeno diametralmente
opuesto y muchas personas buscan la llamada pastilla de la felicidad. Aunque en las creencias populares y también, desde que somos bien
pequeños, se nos habla de un mundo en el predominan sentimientos como el amor o
el respeto, la competencia es muy alta y solo con el paso de los diferentes años comprendemos la realidad dura de lo que nos rodea.
La llegada de Internet, las redes sociales y otros fenómenos
que darían para mucho y sobre los que, si me lo permites no entraré como la
crisis económica global, están incidiendo en un aumento increíble de personas
infelices:
- Cientos de personas mayores se encuentran solas en sus casas, mientras que sus hijos a los que criaron simplemente se olvidaron de ellas o no quieren prestarles atención alguna.
- Parte de la población mundial tiene problemas para los que no hay respuesta.
- Estamos conectados pero verdaderamente cada vez hablamos menos con nuestros vecinos, amigos, seres queridos en general y en contra de todo esto, utilizamos más y más las tecnologías.
¿No te parece cuando menos curioso que en la época de la historia en
la que probablemente mayores facilidades tengamos, sea también al mismo tiempo,
la fecha en la que la tasa de infelicidad está totalmente disparada? La
cuestión es, ¿por qué?
Dice un refrán castellano que seguramente conocerás que
cuanto más se tiene, más se quiere y aunque quizás tenga buena parte de culpa
en el grave problema al que nos enfrentamos, es muy posible que no lo tenga del
todo.
Con el devenir de los siglos se han producido incontables
descubrimientos que han pretendido mejorar las condiciones de existencia de los
hombres. Sin ir más lejos, descubrimientos como la Penicilina por parte de
Fleming, posibilitaron que millones de personas hayan sobrevivido a epidemias.
Nos encontramos ante una epidemia de infelicidad, porque
millones de personas en todo el mundo y seguramente conozcas algunas, son
profundamente infelices o viven con la máxima tristeza, y en este caso, el
remedio para dicha epidemia pasa por la pastilla de la felicidad.
¿Qué es la pastilla de la felicidad?
Si profundizamos un poco a nivel histórico, descubrimos una
gran cantidad de relatos que, con permiso de la psicología, narran diferentes
episodios de felicidad y también tristeza. Sin embargo, en lo que a nosotros
nos concierte para la explicación de la pastilla de la felicidad, deberíamos
remontarnos a los descubrimientos de Charles Darwin con sus averiguaciones
sobre los procesos que definen la selección natural que posteriormente, darían
respuesta a otras cuestiones mucho más profundas como el genoma, ADN y otras
investigaciones mucho más recientes.
¿Cómo te quedas si te digo que existen distintos fármacos
que inciden en la felicidad?
Seguramente te preguntarás, ¿cuales son?
Antes de responder a esta difícil pregunta me gustaría que
respondieses tú mismo a otra, ¿cómo se combaten procesos como por ejemplo son
las depresiones?
Muy bien, lo has entendido a la perfección, cuando me refería a la pastilla de
la felicidad, lo hacía al mismo tiempo a aquello que todos conocemos popularmente como antidepresivos.
No, no lo digo yo, lo dice el Ministerio de Salud de España: cada vez se consumen más antidepresivos para luchar contra todo tipo de problemáticas, y puedes comprobarlo fácilmente haciendo una búsqueda en línea.
Dijo Gustav Jung, que la enfermedad es el esfuerzo que hace
la naturaleza para sanar al hombre y esta cita, define a la perfección lo que
trato de trasmitirte.
En definitiva, cada día que pasa más personas son infelices
con sus circunstancias y recurren a esa pastilla de la felicidad maravillosa
conocida popularmente como antidepresivo para superar sus problemas. De hecho,
basta con consultar fuentes médicas para comprobar que se está incrementando el
consumo de estos fármacos.
¿Qué opinas al respecto?
¿Hacia dónde nos dirigimos?
El aumento del consumo de antidepresivos como herramientas
para mantenernos en un estado de felicidad, sin problemas o simplemente superar
distintas circunstancias, está generando una dependencia en cuanto a estos fármacos.
Si es bueno malo para nuestra especie, solamente el tiempo podrá darnos la
respuesta a esta pregunta. Sin embargo, pienso que debemos llamar a las cosas
por su nombre y entre todos, luchar por un mundo más justo y entre iguales;
quizás así solucionemos el grave problema de infelicidad mundial al que nos
enfrentamos y que nuestros hijos heredarán.