Felicidad cuando tu me miras, porque existen pocas
cosas mejores en esta a veces triste, dura y complicada vida que compartir
momentos con la persona querida. La plenitud de pasar una tarde de domingo como
esta con la mujer amada es probablemente el mejor remedio para la hasta no hace
tanto, soledad de mi corazón.
Pero no quisiera ponerme triste ni tampoco melancólico,
estas líneas no tienen esa intención y simplemente quieren animar un poco a
todos aquellos que se sienten un poco solos.
Felicidad cuando tu me miras, siendo las cinco letras
de tu nombre lo que durante años busqué sin éxito y ahora que por fin te he
conocido me siento...
Extrañas sensaciones me acompañan, como la luz de mi cuarto
mientras te pienso y escribo. Positivas todas ellas o eso creo, tanto que no
alcanzo a tener palabras suficientes en mi diccionario para agradecerte lo
mucho que me estás dando y lo bien que me estás haciendo. Es más, las pocas
palabras que tengo resultarían insuficientes para ejemplificar el alivio de esa
soledad que durante un tiempo no pude esquivar.
Dijo el ya desaparecido Gustavo Adolfo Bécquer que el alma
que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada, ¿y vosotros
amigos lectores estáis de acuerdo con esta cita? Yo, durante un tiempo creí que
era algo irreal y ahora por fin, lo entiendo todo.
Amigos lectores y visitantes en general, no tengáis miedo al
amor porque aunque podamos llegar a perder la esperanza de encontrar esa persona
perfecta para nosotros, con nuestros mismos gustos, aficiones y en general,
todo, existe. Por supuesto, para vosotros también hay un alguien especial,
nunca dejéis de creerlo.
Felicidad cuando tu me miras, ya sea paseando por
cualquier parque de nuestra ciudad, con amigos o simplemente sentados en un
banco. ¿Qué más se puede pedir para sonreír y al mismo tiempo, llorar de
felicidad?
Caminar, admirar el paisaje, la belleza de tu pelo moviéndose
al viento en un día de lluvia, observar los pájaros cantar, pasear
tranquilamente por cualquier lugar, la vida son esos momentos y tú me aportas
felicidad.
No voy a decir te quiero porque soy de demostrarlo pero con
estas sinceras líneas solo quiero recordar a todos aquellos que visitan este
sitio que no hay que correr, todo llega y tenemos que ser pacientes; antes o
después la vida nos da lo que merecemos y yo además de en cierto modo
necesitarte, te merecía. De hecho, fue un poco de casualidad o causalidad según
se mire que hace no mucho tiempo te conociera y desde entonces, siento que el
universo me guiña el ojo aún más fuerte de lo que ya lo hacía.
Si haces el bien y no lastimas a nadie, la vida te lo
agradece de alguna manera y en mi caso ha sido en forma de proporcionarme esa felicidad
cuando tu me miras, que durante un tiempo creí demasiado lejos de mi
realidad.
Tened en cuenta que uno de los secretos de la felicidad
radica precisamente en identificar aquello que queremos ser y una vez que lo
tenemos claro, luchar por ello.
Simplemente te quiero darte las gracias por existir y por
apoyarme en la conquista de mis sueños.